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UITA
Unificando los trabajadores agroalimentarios y de hostelería en todo el mundo



El Comisario en el banquete

Incluido en el sitio web de la UITA el 07-Nov-2006

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En Europa, se estima que las sociedades que adquieren activos con el financiamiento de acciones privadas actualmente emplean 5 millones de trabajadores/as. En el RU, uno/a de cada cinco trabajadores/as del sector privado tiene como patrón a un fondo de adquisición de activos. Lejos de inducir a la indigestión, la juerga de las adquisiciones de activos solamente ha estimulado los apetitos políticos y financieros de los inversionistas.

Si, como se dice, el apetito aumenta al comer, el crecimiento del capital riesgo europeo demuestra que un apetito financiero saludable estimula en gran medida la ambición política. En el año 2004, las sociedades europeas de acciones privadas invirtieron cerca de 37.000 millones de euros, dos tercios de los cuales se destinaron a negocios de adquisición de activos de empresas. En el 2005, se invirtieron 32.000 millones de euros en similares transacciones. Más del 19 por ciento de este monto se consignó a compras de activos superiores a los 300 millones de euros; un 37,4 por ciento recayó en un radio de operaciones entre 150 a 300 millones de euros. El capital privado se está banqueteando en las grandes compañías que cuentan con activos sustanciales y amplias nóminas de personal. En Europa, se estima que las sociedades que adquieren activos con el financiamiento de acciones privadas actualmente emplean 5 millones de trabajadores/as. En el RU, uno/a de cada cinco trabajadores/as del sector privado tiene como patrón a un fondo de adquisición de activos.

El capital riesgo privado europeo captó 72.000 millones en fondos nuevos el año pasado, 57.000 millones de los cuales están asignados para la compra de activos de empresas. Lejos de inducir a la indigestión, la juerga de las adquisiciones de activos solamente ha estimulado los apetitos políticos y financieros de los inversionistas. El capital privado se ha embarcado en una ofensiva de presión en Bruselas y en las capitales nacionales, dedicada a eliminar todos los obstáculos percibidos para limitar el número de platos servidos en el banquete.

Escuchemos al Comisario de la UE para Mercados y Servicios Internos, Charlie McCreevy, quien el año pasado solicitó a la industria del capital riesgo privado que elaborara un plan maestro para enriquecerse más rápidamente a través de aún más compras de activos. Los resultados, redactados por 10 "expertos" de los fondos de acciones privadas (con un puñado de "observadores" de otros fondos y de bancos de inversiones), se encuentran ahora disponibles en el Informe del Grupo de Expertos de Inversiones Alternativas relativo al Desarrollo del Capital Riesgo Europeo y formarán la base para un Informe Oficial de la Comisión. McCreevy elogió a los expertos por su trabajo "de excelentes cualidades", declarándolo "una tesis imperiosa para cultivar los crecientes negocios de acciones privadas en Europa". "Mis servicios", manifestó, "consistieron en llamar la atención sobre las necesidades de la industria tal como lo expresa el actual informe. Si los Ministros de Finanzas están seriamente interesados en hacer algo para mejorar el entorno normativo e impositivo para el capital privado, aquí figura una agenda ya preparada."

Naturalmente, la EVCA (Asociación Europea de Capital Riesgo e Inversión) dio la bienvenida" al lanzamiento del informe y su favorable recepción en Bruselas – fueron sus miembros quienes lo redactaron. Los inversores financieros y sus grupos de presión siempre han sabido lo que sus opositores frecuentemente han comprendido tardíamente: la transferencia de riqueza desde un grupo de inversores a otro es una operación preponderantemente política que requiere una presión política cuidadosamente dirigida a moldear el entorno normativo e impositivo en el cual funcionan las empresas. La veloz expansión del capital privado europeo demandó cambios críticos en la legislación de la UE sobre la banca, los servicios financieros y los fondos de pensiones (por ej., la Directiva de Requisitos de Capital, la Directiva de Fondos de Pensiones, y la próxima Solvencia 2), que en general continúan movimientos comparables en América del Norte. Frecuentemente dichos cambios son denominados desreglamentación, sugiriendo que la simple supresión es el meollo del proceso. En realidad, se trata de re-reglamentación, requiriendo miles de páginas de nuevas leyes y reglamentaciones en todos los niveles.

Los inversores financieros están satisfechos – por el momento – con los esfuerzos logrados a nivel de la UE para facilitar su expansión. La esencia del Informe es un llamado a la acción de la Comisión para armonizar la puesta en ejecución de las reglamentaciones existentes mediante el ajuste de las prácticas nacionales, de manera de crear un mercado único sin impedimentos para el capital privado transfronterizo. Si bien los fondos de pensiones pueden, por ejemplo, ser invertidos en acciones privadas bajo la legislación de la UE, los expertos – y el Comisario McCreevy – hallan que es intolerable que algunos estados miembros todavía limiten o incluso prohíban la práctica.

Las reivindicaciones y las correcciones catalogados en el Informe destilan los requisitos e intereses fundamentales del capital riesgo: la oposición a todas las formas de "intrusión" normativa, un ansia por el secreto, la implacable hostilidad para dar a conocer los requisitos y reglamentos del "manejo de los negocios”, la oposición a los impuestos sobre las ganancias de capital y un odio radical contra los requerimientos concernientes a la relación activo-pasivo. El Comisario McCreevy está de acuerdo con la receta de los expertos para mantener y expandir "la actual combinación de auto-regulación y leve fiscalización supervisora". El Informe, señaló, representa una "tesis imperiosa" para estimular un régimen "sin el seguimiento de los supervisores locales".

Los riesgos en juego son considerables para los/as trabajadores/as y sus organizaciones sindicales. ¿Acaso se puede dejar que se “regulen” a sí mismos los inversores que despliegan cientos de miles de millones de euros y son propietarios de compañías que emplean 5 millones de trabajadores/as? Los fondos de acciones privadas niegan rigurosamente su carácter de empleadores, prefiriendo definirse a sí mismos como una "clase de tomadores de activos". En el derecho de la UE, los fondos residen en un universo paralelo, en el cual los aspectos clave de la legislación laboral aparentemente no se aplican. Sin embargo, para millones de trabajadores/as de las empresas controladas por las acciones privadas, la relación de empleo es clara: el patrón es un fondo de adquisición de activos. De hecho, los fondos sobresalen entre los mayores empleadores mundiales y los de gran volumen figurarían entre los primeros diez empleadores transnacionales del mundo si acaso fueran reconocidos como tales. Ellos constituyen los nuevos conglomerados, en una era donde los inversionistas entonan el mantra de "concentrarse en lo fundamental".

Los fondos de capital de riesgo no solamente son empleadores ocultos. Lo que distingue a las compras de activos por parte del capital riesgo de las adquisiciones y fusiones tradicionales es su dependencia exclusiva en altos coeficientes de endeudamiento, imponiendo requisitos específicos en la generación y gestión del flujo de fondos de las empresas adquiridas. El capital riesgo efectúa las transacciones pero suministra poco capital propio – los operadores de compras de activos captan el dinero en efectivo de inversores institucionales, donde los fondos de pensiones se han convertido en los principales componentes. Un porcentaje del precio final de venta conocido como "interés transferido”, típicamente alrededor de un 20 por ciento, va a la sociedad de acciones privadas cuando la empresa reestructurada se cotiza públicamente o es vendida a otros inversores financieros. Los bancos de inversiones ganan abundantes honorarios e intereses por asesorar en las transacciones y comercializar la deuda, pero la verdadera bonanza redunda para las firmas de acciones privadas que, además del "interés transferido" a raíz de una exitosa "salida", ganan honorarios por administración, por la adquisición y por el "asesoramiento financiero" siempre que obtienen préstamos. “The Wall Street Journal”, en su edición del 26 de octubre señaló: "Algunos inversionistas creen que los honorarios significan que las sociedades de acciones privadas pueden prosperar aun cuando los negocios en los que invirtieron ya no sean lucrativos, separando los intereses de los inversores de los propios intereses de la firma."

Bajo este sistema de financiamiento, los inversores sólo pueden alcanzar sus objetivos exprimiendo y desvalijando permanentemente el libre flujo de fondos de las empresas adquiridas, lo cual impone efectivamente una carga sobre los/as empleados/as actuales y futuros. Las consecuencias radican en una permanente presión para reducir salarios, beneficios y las nóminas de personal, en tanto que se minimizan las inversiones en capital fijo. El ciclo para la operación completa, abarcando la compra de los activos, la reestructuración y la "salida", está fijado entre 3 y 5 años. El capital riesgo describe el proceso como un "valor desencadenante" a través de inversiones de "largo plazo". En realidad, se trata de un saqueo financiero concentrado, tomado al vuelo.

Mientras el capital riesgo estimula progresivamente los apetitos de los inversionistas por obtener utilidades a corto plazo, las empresas inscriptas experimentan presiones crecientes para "suministrar valor a los accionistas" a través de similares medidas. Por ejemplo, el minorista australiano Coles Myer sólo pudo combatir una oferta reciente del capital riesgo despidiendo a 2.500 trabajadores/as – la única forma de demostrar a los accionistas su seria intención de "suministrar valor a los accionistas".

El volumen actual de los fondos de adquisiciones de activos implica que ninguna empresa es inmune a una absorción potencial. En la actualidad, la sombra del capital riesgo se asoma sobre todas las empresas que se cotizan públicamente, creando un permanente ambiente de "pre-licitación". En este momento está en la mira toda gran compañía que fracasa en satisfacer a los inversores devengando regularmente dividendos de dos dígitos, impulsando los rendimientos, recomprando acciones y asumiendo nuevas deudas, a fin de demostrar su seriedad acerca de las adquisiciones a la vez que su respeto por el flujo de fondos. Los fondos de adquisiciones de activos están más hambrientos que nunca y rebosantes con dinero en efectivo.

Los crecientes niveles de deuda – y en particular con altos coeficientes de endeudamiento – conllevan un potencial acrecentado para la inestabilidad financiera, la crisis y el derrumbe. El progreso continuo del capital riesgo depende de tasas favorables de interés, precios de acciones en alza y de la liquidez de los mercados bursátiles. Un giro de cualquiera de estas variables inhibiría las "salidas" exitosas y sacudiría al edificio entero. En 1998, el Banco de la Reserva Federal de Nueva York medió el rescate financiero de USD 3.650 millones de Long Term Capital Management, un fondo de cobertura creado por premios Nóbel. Hoy en día, esta suma ni siquiera cubriría el derrumbamiento de uno solo de los grandes fondos de acciones privadas – y existen muchos.

Los fondos de acciones privadas y sus grupos de presión aseguran que la absorción privada de empresas mediante adquisiciones financiadas las resguarda de presiones del mercado financiero a corto plazo. Verdaderamente, es el insaciable apetito del capital riesgo lo que está contribuyendo a alimentar el hambre acrecentada del mercado por ganancias máximas de corto plazo, acelerando la tendencia general para que las grandes compañías se reduzcan y efectúen traspasos de intereses, en lugar de retener y reinvertir las utilidades que ahora se pagan a los inversores a niveles sin precedentes. Esta profundización financiera de la economía global ha impuesto una carga sobre los servicios y las manufacturas, recompensando a las finanzas a expensas de inversiones para la creación de puestos de trabajo de largo plazo.

Las organizaciones sindicales deben actuar para revertir el vaciamiento de la inversión productiva que está destruyendo los puestos de empleo e intensificando las presiones en el lugar de trabajo. Si, como sostienen McCreevy y los expertos, la "incertidumbre normativa" es lo que obstaculiza la expansión adicional del capital riesgo en Europa, nuestra primera línea de defensa debe ser mantener esa incertidumbre. Debemos movilizarnos para asegurar que el máximo grado de la actual normativa nacional sea aplicado rigurosamente en una escala más amplia, incluyendo las limitaciones a la financiación del capital riesgo. Existe una amplia esfera de acción para la intervención política sindical a nivel nacional, como también para una respuesta coordinada dirigida a la UE.

No obstante, es evidente que la reglamentación actual no es suficiente – como lo ilustra el avance espectacular de los negocios de la compra de activos. La soltura con la cual las sociedades de capital riesgo han logrado proporcionar a la Comisión una "agenda ya preparada" plantea serias interrogantes acerca de la “comunidad social" que se dice está subyacente en el modelo social europeo. Su Informe debe constituir la oportunidad para que los/as trabajadores/as europeos cuestionen públicamente la naturaleza de la iniciativa en la cual somos supuestamente socios.

Todos los sistemas de regulación de los mercados deben adaptarse y evolucionar, dado que los mercados están mutando constantemente. El surgimiento de una nueva clase de inversores y el trasiego de la riqueza social con el objeto de recompensar a los mercados financieros no son el resultado inevitable de un proceso natural, sino una conquista que se ha construido cuidadosamente en cada etapa mediante una intervención política consciente. La marcha floreciente de las adquisiciones de activos por medio del capital riesgo y la profundización financiera de la economía global puede y debe ser revertida. Para lograrlo, nosotros tendremos que ir más allá de los temas del “ejercicio del poder de las grandes compañías", con el propósito de desarrollar – y luchar por – un programa integral para regular las finanzas, que habrá de incentivar inversiones productivas y de largo plazo en puestos de trabajo y en capacitación de aptitudes, como una alternativa al sustento de apetitos financieros desenfrenados.