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UITA
Unificando los trabajadores agroalimentarios y de hostelería en todo el mundo



China: De Cara a la Realidad

Incluido en el sitio web de la UITA el 14-Dec-2004

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Con fecha 6 de diciembre, representantes de sindicatos de 20 países, en preparativos para viajar a Pekín a una reunión de la OCDE sobre inversiones en responsabilidad social, fueron informados que sus visas se habían invalidado y la reunión se había cancelado. El gobierno dio como razón para su cancelación que la oportunidad era “inconveniente e inapropiada”. En la reunión se debía haber discutido la aplicación de las Directivas para Empresas Multinacionales de la OCDE.

Los sindicalistas, al ser rechazados a entrar a la reunión expresaron, de manera comprensible, su indignación por la abrupta cancelación y por el mensaje político incuestionable que da a entender que las normas laborales internacionales para los/as trabajadores/as chinos no se encuentran en la actual agenda del Gobierno. El incidente, sin embargo, debe ser visto en un contexto más amplio. Considérese, por ejemplo, lo siguiente:

El día 16 de noviembre, cinco ex empleados/as de una fábrica de zapatos en la Provincia de Guangdong propiedad de la Corporación Stella con sede en Taiwán fueron sentenciados a tres días de prisión. Su “crimen” fue la participación en protestas contra los bajos salarios, atrasos en los pagos de los mismos y una brutal reducción en el pago de las horas extra para más de 4.000 trabajadores/as de la planta. Según el Boletín Laboral de China (China Labour Bulletin), dos de los cinco empleados/as estaban por debajo del mínimo legal de edad requerida para trabajar cuando entraron en la fábrica.

El 28 de noviembre, un incendio y una explosión en una mina de carbón en la Provincia de Shaanxi resultaron en la muerte de, por lo menos, 166 mineros. Dichos trabajadores/as tenían conocimiento de que se había propagado fuego subterráneo pero descendieron al pozo debido al miedo que sus jornales pudiesen ser descontados si se rehusaban a trabajar. Tres días más tarde, una explosión en una mina de carbón en la Provincia de Guizhou dejó sin vida a otros 13 trabajadores/as. China es el primer país en el mundo en el número de accidentes y muertes en minas. Más de cuatro mil mineros han muerto en sus puestos en los primeros nueve meses de este año. Los mineros chinos son miembros formales de la organización oficial All-China Federation of Trade Unions (ACFTU), un órgano estatal que está sujeto organizativa y constitucionalmente al Partido en el poder. Los familiares de los mineros de Shaanxi que recurrieron a la ACFTU por ayuda fueron desairados.

El 22 de noviembre, China WalMart anunció que no iba a contraponer los esfuerzos de la ACFTU para representar a los/as trabajadores/as en sus 40 almacenes chinos si “sus asociados (esto es, trabajadores/as) solicitaran la formación de una organización sindical”. Al día siguiente, una corte de apelaciones de Saskatchewan, Canadá, elevó un fallo por medio del consejo provincial de relaciones laborales instruyendo a la compañía a que recabaran evidencias acerca de las tácticas de represión sindical que usaron para oponerse al exitoso esfuerzo de la UFCW para sindicalizar a los/as trabajadores/as en un WalMart en Weyburn, Saskatchewan. Unos meses antes, la publicidad de la compañía amenazó cerrar una tienda en Ontario donde los/as trabajadores/as habían adquirido la representación sindical.

Dichos eventos están todos íntimamente relacionados. China no hubiera respondido por más de los tres cuartos de los accidentes totales de las minas de carbón si los/as trabajadores/as hubiesen estado representados por sindicatos genuinos, independientemente del Partido y de sus empleadores. Si hubiera habido una organización sindical en la planta de Stella, los cambios para las horas extra se hubieran negociado, no impuesto por decreto, y los/as trabajadores/as no hubieran sido encarcelados por el “crimen” de hacer una manifestación en contra de una bestial reducción en sus ya limitados salarios.

WalMart no tiene una política para China (“reconocimiento” sindical) y otra para el resto del mundo. La compañía tiene una única política de hostilidad global para las organizaciones sindicales. En América del Norte, llaman a los represores sindicales cuando los/as trabajadores/as tratan de organizarse. En China, la ACFTU hará el llamado si las circunstancias políticas así lo requieren. La ACFTU tiene una hemorragia de miembros a la vez que el sector estatal está siendo rematado, trayendo aparejado con ello una seria pérdida de control sobre la fuerza de trabajo y una consiguiente erosión de la legitimidad y la credibilidad. El movimiento de la ACFTU hacia el sector privado no debe, bajo circunstancia alguna, ser confundido con la sindicalización y el “reconocimiento” por parte de los empleadores. Es esencialmente una operación policial. Es imposible que los empleadores acepten la sindicalización y el reconocimiento de los sindicatos por mucho que se repriman los derechos de los/as trabajadores/as para organizarse y que la ACFTU permanezca como la única “organización sindical” legal en China. El reconocimiento de un sindicato por parte de los empleadores conlleva el hecho de que los/as trabajadores/as han alcanzado un grado de poder a través del cual pueden organizarse ellos mismos en una fuerza colectiva.

Por la misma razón, implementar las Directivas Generales para Empresas Multinacionales de la OCDE es impracticable. Las Directivas requieren el respeto de los Convenios de la OIT sobre los derechos de los/as trabajadores/as para organizarse y negociar colectivamente. La ACFTU rechaza estos Convenios y se rehúsa a defender de la represión estatal a las víctimas de la clase obrera, como son los/as trabajadores/as de Stella. Muchas cosas han cambiado en China, pero la ACFTU no. Permanece siendo un componente integral del aparato de poder.

La transparente crudeza con que las autoridades de China cancelaron la reunión de la OCDE debe convertirse en la ocasión para una renovada reflexión de cómo el movimiento laboral internacional puede efectivamente respaldar a los/as trabajadores/as chinos en su lucha por la independencia de sus sindicatos. Un elemento clave en esta reflexión debe ser separar la inyección de la comercialización y la progresiva legitimación de la ACFTU de la realidad de los lugares de trabajo en China. Una reciente conferencia en Nueva York para inversores transnacionales sobre “Cómo Hacer Funcionar la Responsabilidad Empresarial en China” prometió instruir a las grandes compañías para determinar “los límites de la responsabilidad”. Los represores sindicales como WalMart encontrarán esto conveniente porque la ACFTU les proporciona actualmente una cobertura “socialmente responsable”.

El rechazo del gobierno de permitir que los sindicalistas internacionales discutieran las directivas de la OCDE en territorio chino debe, por lo menos, también inspirar a reflexionar sobre el continuo escándalo de la representación de la ACFTU como delegados de los trabajadores en el Consejo de Administración de la OIT, una posición en la que fueron electos en junio de 2002. Terminar con esta farsa sería una clara declaración que el movimiento laboral entiende que cuando habla con la ACFTU, en un seminario de la OCDE o en cualquier otro contexto, está hablando con un representante del poder estatal y no con una organización que representa a los/as trabajadores/as de China. La claridad en este tema es ahora más crucial que nunca, porque la población trabajadora de China se está movilizando en una escala sin precedentes y está tomando grandes riesgos en la lucha por sus derechos como trabajadores/as. Como lo demuestra la sombría acumulación de tragedias mineras, ellos están pagando con sus vidas por la ausencia de estos derechos.