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UITA
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El Ataque de la Industria Transgénica contra la Biodiversidad

Incluido en el sitio web de la UITA el 15-Mar-2004

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Un nuevo estudio de la Union of Concerned Scientists -UCS demuestra que menos de diez años han bastado para que los cultivos comerciales provoquen una contaminación transgénica "en gran escala" en las cosechas tradicionales de los Estados Unidos. La interpretación más conservadora de los resultados del estudio – sobre la base de dos muestras de laboratorio de cada una de seis variedades tradicionales de maíz, soja y canola (semilla de colza) – detectó material genéticamente manipulado en por lo menos el 50 por ciento del maíz, el 50 por ciento de la soja y el 83 por ciento de la canola.

El informe también afirma que "no existen razones para creer que los transgénicos detectados en este estudio sean los únicos que se han deslizado en los suministros tradicionales de semillas… los genes que se originan en variedades transgénicas menos corrientes, así como los cientos de variedades manipuladas que han sido analizados sobre el terreno en Estados Unidos, podrían contaminar potencialmente el abastecimiento de semillas para las cosechas de alimentos y forraje".

Son enormes las repercusiones para el medio ambiente, la inocuidad y seguridad de los alimentos y para los/as trabajadores/as agrícolas y de la alimentación. Las simientes son vida. Si bien las causas del hambre son muchas, los recursos fitogenéticos inadecuados no se cuentan entre ellas. Por el contrario, el combate del hambre requiere una defensa coordinada de la biodiversidad y de las decrecientes variedades de plantas silvestres y domésticas y de sus semillas, que constituyen el patrimonio común de la humanidad. Proteger las existencias de semillas de la contaminación transgénica consiste una necesidad vital si han de ser preservadas las fuentes de la nutrición – así como los avances en la agricultura social y ecológicamente sostenible – para las generaciones actuales y futuras. Si fracasamos, estaremos en una ruta de alta velocidad hacia monocultivos insostenibles y la dependencia universal en las transnacionales de la biotecnología, sus herbicidas/plaguicidas y sus patentes respecto a los elementos de construcciónde la vida.

El informe estadounidense surge en el momento que Monsanto y las otras CTNs de las "ciencias biológicas" están desafiando (a través del gobierno de EE.UU.) las restricciones relativas a los reglamentos sobre etiquetado de organismos genéticamente modificados en la OMC, obligando agresivamente a los países en desarrollo a aceptar semillas e importaciones transgénicas (a menudo disfrazadas como ayuda alimentaria) y utilizando sus recursos financieros para diezmar o atraer a las instituciones de investigación agrícola de interés público. Incentivado por el Acuerdo ADPIC, uno de los pilares de la OMC, el derecho internacional de patentes está siendo redactado nuevamente conforme a los intereses corporativos, de manera de permitir las patentes de biotipos. El Comisionado para la Agricultura de la UE, Fischler, está actuando para desmantelar lo que resta de la moratoria de facto de la UE referida a las autorizaciones de cosechas transgénicas: unas dos docenas de cosechas de OGMs están pendientes de la aprobación de la UE y, próximamente, habrá más. A pesar que una serie de extensos ensayos prácticos al aire libre que documentaron claramente la amenaza de los transgénicos para la vida vegetal y animal, el gobierno del RU se prepara para autorizar la siembra de maíz transgénico. Las compañías están haciendo sentir su peso sobre la cadena alimentaria y el sistema internacional que refuerza su predominio. Los damnificados son la biosfera, los agricultores y los/as trabajadores/as.

Una vocero de la Biotechnology Industry Association de EE.UU. declaró que a ella "no le sorprendía este informe, sabiendo que el polen viaja y los granos de productos básicos podrían entremezclarse en varios lugares". A diferencia de los que defienden la "segregación" de los cultivos extensivos y sus semillas para preservarlas de la contaminación transgénica, ella sabe lo que dice. Confiemos que los otros recojan el mensaje y reaccionen en consonancia.

El estudio de la UCS, como también la vasta cantidad de información científica disponible al público que ha sido producida independientemente de la industria de los OGMs, atestiguan la imposibilidad de salvaguardar a las semillas de la contaminación transgénica mediante el "aislamiento" de los campos sembrados con semillas transgénicas o haciendo cumplir una estricta separación de las semillas transgénicas y las no transgénicas. Es imposible la "coexistencia" de las simientes y las cosechas transgénicas y no transgénicas, en primera instancia, debido a la forma en que se propagan las plantas y, por otra, a raíz de la manera en que se almacenan, transportan y comercializan las semillas.

Es igualmente ficticia la efectiva puesta en práctica del principio referido a que el "contaminador paga ", puesto que éste ignora el equilibrio de las fuerzas bajo el cual tiene lugar la contaminación transgénica.

Las compañías como Monsanto no han patentado, en rigor, sus plantas resistentes a los herbicidas y plaguicidas. Han patentado el ADN manipulado, de tal manera que las transferencias genéticas (por ejemplo, a través de la polinización)determinen que las plantas genéticamente colonizadas sean vulnerables de ser acusadas de infringir las patentes. El "amontonamiento de genes" – la acumulación de cualidades inducidas por los OGMs mediante la fertilización cruzada, con el fin de producir nuevas variedades vegetales, en algunos casos plantas resistentes a múltiples herbicidas/plaguicidas- ya está ocurriendo a gran escala.

En México – la cuna del maíz – la contaminación transgénica de las variedades nativas ha sido detectada en 33 comunidades de nueve estados a pesar del hecho que el gobierno mexicano ha impuesto una moratoria respecto a la siembra de maíz transgénico. Hasta cuatro genes transgénicos fueron detectados en una sola planta en las muestras mexicanas contaminadas, incluyendo la toxina insecticida genéticamente manipulada insertada en el maíz transgénico StarLink. StarLink no obtuvo la autorización del gobierno de EE.UU. para el consumo humano, y grandes existencias de alimentos procesados que contenían vestigios de StarLink fueron retirados de los anaqueles de los supermercados hace varios años. La probable fuente de la contaminación es la importación de maíz transgénico desde Estados Unidos, el cual al amparo del TLCAN ha penetrado las fronteras a precios por debajo del costo de la producción, arrasando a los/as trabajadores/as rurales y sus comunidades.

La canola transgénica ha invadido las praderas de EE.UU. y Canadá y puede ser hallada creciendo en forma silvestre en virtualmente todos los bordes de los caminos donde cultivan las cosechas. Monsanto, utilizando su política privada relativa a las semillas para recopilar "pruebas" del uso sin licencia de las simientes, ha amenazado a cientos de agricultores con juicios si se rehusan a pagar por el privilegio de albergar las plantas invasoras. En la actualidad, Monsanto está entablando una acción contra el agricultor canadiense, Percy Schmeiser, por un millón de dólares estadounidenses, debido a que se encontró el material genético patentado por Monsanto en su explotación agrícola, a pesar del hecho que él nunca plantó la variedad transgénica resistente al Roundup de la compañía. Su pleito está actualmente ante la Suprema Corte de Canadá.

Bajo este sistema, quien paga no es el contaminador, sino el contaminado. Se emplea el temor y la intimidación para asegurar que las semillas ya no se guarden más, sino que se compren a las compañías.

La tecnología comercializada de los OGMs no puede seguir siendo considerada como una amenaza potencial o especulativa: el control corporativo mediante la contaminación transgénica ya se ejerce en una vasta escala. Las pruebas que documentan la magnitud de la contaminación transgénica no sorprenden a la industria, por la sencilla razón que ésta ha mantenido una estrategia intencional de liberar organismos genéticamente modificados en el medio ambiente en la mayor escala posible. Sabiendo que la transferencia del material genético patentado no puede ser refrenado efectivamente, las grandes compañías están simplemente esperando que llegue el momento cuando los umbrales de “tolerancia” puedan ser declarados sin sentido, ya que habrán de ser superados rápidamente.

No se puede depender de la resistencia de los consumidores ni de las autorizaciones selectivas de plantaciones comerciales de OGMs para prevenir una mayor contaminación transgénica. La tolerancia cero constituye la única defensa contra una tecnología inherentemente invasora, la cual en el espacio de una década va camino de destruir las semillas que los agricultores han desarrollado a lo largode miles de años.