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UITA
Unificando los trabajadores agroalimentarios y de hostelería en todo el mundo



Un llamado a la acción el Día 1º de Mayo 2004 - ¡No más trabajadores muertos ni heridos!

Incluido en el sitio web de la UITA el 28-Apr-2004

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El Día 1º de Mayo – Día Internacional de los Trabajadores – ha sido celebrado por los/as trabajadores/as y sus organizaciones sindicales en todo el mundo durante más de 100 años. Es un día en el que los/as trabajadores/as de todas partes demuestran su solidaridad, su resistencia a la opresión y su compromiso conjunto a luchar por un mundo mejor. Ha sido celebrado en cárceles y prisiones y en la línea de piquete. A veces ha sido violentamente reprimido. Las dictaduras lo han diluido y desvalorizado, se lo han apropiado y utilizado. Continuamos celebrándolo porque es nuestro día, el día en que los/as trabajadores/as de todo el mundo afirman su identidad y objetivos comunes

Hoy en día, cuando nuestros empleos, nuestros derechos, nuestros medios de vida y nuestras comunidades están siendo destruidos por una consolidación global – sin precedentes – del poder empresarial global, exhortamos al movimiento laboral internacional a que nuevamente observe el 1º de Mayo como una celebración de propósitos y lucha mancomunados. La visión que dio vida a la primera celebración internacional del Día 1º de Mayo de 1890 – una lucha internacional por restricciones jurídicas a la extensión de la jornada laboral – es tan relevante ahora como lo fue entonces.

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La Declaración Universal de Derechos Humanos (1948) proclama el derecho de todos a condiciones justas de empleo. Trabajamos para vivir, pero el trabajo continúa siendo origen de muertes, lesiones y enfermedades para millones de hombres y mujeres en todo el mundo. Cada año, según cálculos conservadores, ocurren al menos 270 millones de accidentes en lugares de trabajo. Como consecuencia, cada día mueren cerca de tres mil trabajadores/as. Cada año, cerca de 160 millones de casos de enfermedades profesionales son oficialmente denunciados, pero la verdadera incidencia es considerablemente mayor.

Los/as trabajadores/as agrícolas se encuentran entre los más afectados, con alrededor de 170.000 muertes anuales en lugares de trabajo, según informes de la OIT. Aquellos que ayudan a alimentar al mundo tienen el doble de posibilidades de morir en el trabajo que los/as trabajadores/as de la mayoría de los otros sectores. Los/as trabajadores/as de la alimentación y la bebida enfrentan una diversidad de riesgos y, frecuentemente, se les exige que realicen tareas repetitivas a velocidades crecientes, a menudo en condiciones peligrosas. Sin embargo, no existen estadísticas globales para el sector sobre lesiones y fallecimientos – una indicación de la escasa prioridad otorgada a la salud y seguridad en el trabajo. En muchos países, las lesiones por esfuerzo repetitivo que provocan discapacidades ni siquiera están clasificadas como enfermedades laborales. Los accidentes en el lugar de trabajo y las enfermedades a largo plazo en el sector servicios, incluidos hoteles y restaurantes, están en aumento en muchos países. Para millones, el trabajo seguro continúa siendo tan esquivo como la jornada laboral de 8 horas por la que comenzamos a movilizarnos hace más de cien años.

Estas muertes, lesiones y accidentes son evitables. Son un crimen, no una tragedia, donde la avaricia tiene prioridad sobre los derechos fundamentales. Sabemos cómo trabajar con seguridad. Sabemos qué máquinas son peligrosas y la medidas que son necesarias para operarlas con seguridad. Sabemos qué productos químicos pueden tener consecuencias fatales, sabemos cuánto descanso es necesario para evitar la fatiga en el empleo y conocemos las normas ergonómicas que son necesarias para evitar accidentes, tensión y esfuerzo repetitivo.

También sabemos lo que ocurre cuando el trabajo es eventual y subcontratado y los empleadores pueden, legalmente, desconocer su responsabilidad por el bienestar físico de aquellos a los que emplean. Sabemos que las lesiones, muertes y destrucción ambiental son las consecuencias inevitables cuando los gobiernos dejan de lado su tarea fundamental de garantizar un lugar de trabajo seguro, permitiendo que los empleadores negligentes maten con impunidad. Sabemos que las mujeres y los/as trabajadores/as migratorios son especialmente vulnerables cuando desciende el nivel normativo en materia de salud y seguridad en el lugar de trabajo, al competir los países por inversiones mediante la liberalización o el abandono de los sistemas de protección social y del lugar de trabajo.

En primer término, sabemos que nuestros cuerpos, mentes y hasta nuestras vidas están en peligro cuando no existen organizaciones sindicales en el lugar de trabajo y los/as trabajadores/as carecen del derecho, el poder y los medios para hacer valer, efectivamente, la seguridad en el empleo. En China, un imán para los inversores debido precisamente a que no existen organizaciones sindicales independientes, se registró, el año pasado, un incremento del noventa por ciento de accidentes fatales en lugares de trabajo. Pero la degradación de las condiciones laborales no se limita a los países en desarrollo, ni siquiera a los países en que se reprimen violentamente los derechos de los/as trabajadores/as. Los accidentes y lesiones en lugares de trabajo están aumentando en muchos sectores, también en países desarrollados. Las lesiones por esfuerzo repetitivo han asumido las proporciones de una epidemia global.

Existen normas internacionales sobre seguridad en el lugar de trabajo: los Convenios de la OIT. Pero sólo se puede dar vida a estas normas mediante la presencia de un comité sindical de salud y seguridad activo y habilitado en cada lugar de trabajo. Sabemos por amarga experiencia que la presencia sindical puede ser un asunto de vida o muerte. El trabajo es seguro allí donde los sindicatos son fuertes.

Ningún lugar de trabajo es tan pequeño como para que los sindicatos no sean necesarios para garantizar un trabajo sin riesgos. Allí donde las empresas emplean pocos trabajadores/as o estos están dispersos o aislados, el sistema de representantes sindicales de seguridad itinerantes ha demostrado ser un medio efectivo de hacer cumplir las normas de seguridad laboral en países tan diversos como Suecia y Sudáfrica.

La seguridad en el lugar de trabajo no es principalmente un asunto técnico. Se trata del equilibrio de las fuerzas sociales. Poseemos el conocimiento para trabajar en forma segura, pero en demasiadas empresas y también sectores, carecemos de la fuerza organizativa para implementarlo ante la resistencia de empleadores y la complicidad de los gobiernos.

Este Día 1º de Mayo 2004, podemos ratificar nuestro compromiso conjunto a acabar con las muertes y lesiones en el empleo. Apoyémonos unos a otros en la lucha por el derecho universal a un trabajo seguro por el único medio viable: otorgando poder efectivo a los/as trabajadores/as a través de sus sindicatos para negociar sobre todos los asuntos que afectan la salud y seguridad de los empleados de todas partes.