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Unificando los trabajadores agroalimentarios y de hostelería en todo el mundo



SARS: Muerte y Democracia en China

Incluido en el sitio web de la UITA el 13-May-2003

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La incidencia de muertes debidas al virus del SARS empalidece junto a los millones de muertes anuales debidas a la tuberculosis, malaria o VIH/SIDA. Pero esto es un escaso consuelo para los cientos de víctimas – o los cientos de miles de trabajadores/as del turismo que están sin trabajo o con un horario reducido como consecuencia de este último golpe al turismo mundial.

En tanto luchamos para negociar soluciones a la crisis en una industria donde las negociaciones son la excepción en lugar de la regla, también debemos extraer las lecciones más amplias de la crisis.

El SARS apareció por primera vez en China en noviembre, pero fue recién en abril que las autoridades chinas se dieron cabal cuenta de la extensión de la epidemia y comenzaron a tomar las medidas de salud pública necesarias para contener la difusión del virus. Sin embargo, a esas alturas, el virus del SARS se había difundido a docenas de países y el pánico internacional había comenzado.

Adictos al encubrimiento, la censura y la manipulación, los nuevos o viejos gobernantes de China estaban ansiosos por contener las noticias de la crisis médica para evitar dañar la imagen del país y, parecería, asegurar un flujo sin interrupciones de visitantes e inversores a la Feria de Exportaciones de Cantón. Los resultados fueron mortales. El verdadero número de casos en China puede no llegar a conocerse nunca, pero decenas de miles de chinos están actualmente en cuarentena y el número aumenta diariamente. La censura – el inevitable puntal de todo gobierno de partido único – nuevamente ha resultado fatal, como siempre los es.

Por lo tanto, la crisis del SARS debe ser considerada en su contexto más amplio. Más de 1.300 trabajadores/as ya han muerto en minas chinas este año – más de 4 veces el número registrado de víctimas del SARS. La mayoría de estas muertes no habrían ocurrido si hubiera en vigor elementales medidas de salud y seguridad – y comités sindicales electos para supervisar su implementación.

El 5 de abril, antes de que la total extensión de la crisis del SARS se hiciera pública en China, un incendio en la fábrica procesadora de alimentos Qingdao Zhengda cercana a la ciudad de Qingdao en la provincia de Shandong puso fin a la vida de 21 trabajadores. De acuerdo con el testimonio de los sobrevivientes, cuando los/as trabajadores/as primero intentaron escapar de la fábrica en llamas el gerente ordenó a los/as empleados/as permanecer en sus puestos hasta que el stock hubiera sido trasladado a lugar seguro. Sólo aquellos que ignoraron la orden se salvaron. Tampoco fue este el primer incendio en la planta. Se dice que los/as trabajadores/as que intentaron escapar en incendios anteriores sufrieron reducciones salariales y fueron multados.


La fábrica, que empleaba miles, por supuesto, no tenía sindicato y no existe indicación alguna de que las condiciones hubieran sido diferentes si la organización laboral oficial, All-China Federation of Trade Unions (ACFTU) hubiera estado presente en la planta para cobrar sus cuotas. Los/as funcionarios/as de ACFTU entrevistados por el Boletín de Noticias de China luego del fatal incendio, no tenían conocimiento alguno de la planta, una empresa insignia que emplea 4.000 trabajadores/as pertenecientes al Grupo Chia Tai, la transnacional tailandesa.

Por otro lado, el Grupo Chia Tai, es bien conocido de la élite política china. El grupo opera fábricas y almacenes minoristas en todo el país y goza de acceso privilegiado a los más altos niveles de dirigencia política. En 1990, el presidente ejecutivo de la empresa se reunió con Deng Xiaoping, cuyos comentarios durante la entrevista sobre lo “correcto y necesario" de la represión militar del movimiento democrático de 1989 pueden hallarse en el tercer volumen de las Obras Completas de Deng.

Tal como los/as funcionarios/as chinos son presionados para que protegieran la exposición comercial en lugar de la salud pública, los inspectores de salud y seguridad son obligados a proporcionar informes blanqueados para proteger a los/as funcionarios/as locales y a los inversores extranjeros. Los resultados en ambos casos son fatales.

Los/as trabajadores/as chinos que luchan por sindicatos independientes les hará poca gracia la ironía de que los sindicalistas extranjeros cancelen sus visitas para reunirse con funcionarios de ACFTU debido al temor al SARS. O de que los mismos gobiernos que decían no ver violaciones a los derechos humanos en China en la sesión de este año de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, ahora atacan al ministro de salud de China por su falta de transparencia.

Las dictaduras matan, no sólo porque colocan a los/as funcionarios/as públicos por encima y más allá del control y la responsabilidad democráticos, sino al privar a los/as trabajadores/as de las organizaciones necesarias para la defensa de sus derechos – y de sus vidas – en el lugar de trabajo. Un movimiento sindical fuerte y vibrante es un garante esencial de la democracia y es por esto que debemos luchar, en China como en cualquier otra parte.