IUF logo; clicking here returns you to the home page.
UITA
Unificando los trabajadores agroalimentarios y de hostelería en todo el mundo


¿Combatir el hambre o destruir el empleo? Unilever, Blue Band®, y el Programa Mundial de Alimentación

Incluido en el sitio web de la UITA el 04-Sep-2008

Comparte este artículo con otras personas interesadas



De acuerdo con un comunicado oficial del 27 de agosto el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA), ha iniciado "un emprendimiento conjunto con los/as empleados/as de Unilever –el gigante industrial– quienes donarán un porcentaje de su remuneración para ayudar a combatir el hambre infantil en Pakistán". El anuncio que afirma además que "alrededor de 600 empleados/as de Unilever" han asumido un compromiso financiero con el programa, presenta ciertos aspectos intrigantes. La "alianza mundial" de Unilever con "Together for Child Vitality", del PMA ya fue anunciada en el año 2007. En ese momento, Unilever declara que "Espera que sus empleados/as tengan un papel fundamental en esa relación".

Aparentemente, ya ha obtenido el apoyo de los/as empleados/as. De hecho, de casi todos/as.

¿Cuántas personas trabajan en realidad para Unilever Pakistan? Esto depende de quién lo quiera saber y por qué motivo. De acuerdo con un ítem en la página web de la compañía de abril del 2007, Unilever Pakistán y Unilever Pakistan Foods "... tienen 5 plantas de manufactura de propiedad total y 7 en tercería en todo Pakistán y emplean alrededor de 1.500 personas en su nómina y muchos miles en forma indirecta".

En el curso de semanas una de estas plantas aparentemente desapareció porque el mismo sitio web declaró que: "La compañía opera a través de 4 oficinas regionales, así como 4 de propiedad total y 6 plantas de manufactura en tercería en todo Pakistán".

Pero en ocasión de una respuesta a una medida de la UITA ante la OCDE, en la que se acusaba a la compañía de una abusiva utilización de contratos de trabajo temporario con el fin de impedir la organización de sindicatos, el Director de Recursos Humanos en Pakistán, Sr Haroon Waheed escribió en octubre de 2007 que la compañía emplea directa e indirectamente a más de 8.000 personas en 5 fábricas y oficinas en todo el país.

Tomemos entonces la cifra de 8.000. El problema es el siguiente: de las 8.000 personas involucradas en la fabricación de productos Unilever en Pakistán, sólo 371 están directamente empleadas por Unilever. La norma en todas las operaciones de la empresa es una intensa utilización de trabajadores eventuales, temporarios y suministrados por agencias de contratación, cuyos contratos no les proporcionan seguridad laboral alguna, y sí una remuneración y beneficios inferiores a los de los formalmente empleados por Unilever. El gigante de la industria, cuyos productos y publicidad se encuentran en todas partes (hasta en la ONU), tiene una nómina miniaturizada.

Por ejemplo, en la Fábrica de Té Khanewal de Unilever, hay 22 trabajadores permanentes y 1.000 empleados eventuales. Los eventuales son empleados a través de agencias de contratación de empleo, por lo cual, legalmente, no trabajan para Unilever y reciben menor remuneración y beneficios que aquellos/as (22) que sí están empleados por Unilever, aunque trabajan junto a esos 22 para producir el mismo té de marca Unilever. Y como no son empleados de Unilever, no tienen derecho a formar parte de un sindicato de trabajadores Unilever ni a negociar con la compañía en cuyas fábricas producen los productos Unilever.

En la Fábrica de Helados Walls en Lahore, por ejemplo, (aún) existen 89 trabajadores/as permanentes, y 750 trabajadores/as empleados de manera eventual.

La fábrica de té Lipton en Karachi empleaba anteriormente 132 trabajadores/as permanentes y 450 eventuales – hasta el 31 de agosto de este año, cuando la planta fue convertida en un depósito y la producción de bolsitas de té Lipton fue trasladada (de un plumazo) a una fábrica cercana que emplea exclusivamente trabajadores contratados a través de agencias de empleo. Se les dijo (en "negociaciones") a los trabajadores/as de la restante fuerza laboral permanente que si no aceptaban un esquema de indemnización por despido, serían despedidos sin beneficios y la policía y los paramilitares los sacarían por la fuerza de la fábrica.

En el centro del "emprendimiento" PMA/Unilever está la promoción de la margarina "Blue Band", la cual según Unilever proporciona excepcionales beneficios nutricionales y hasta educativos.

¿Quién fabrica Blue Band? No lo hace Unilever, sino Dalda Foods. En el 2004, Unilever Pakistán vendió su planta de marca Dalda en Karachi a un grupo de anteriores gerentes de la empresa, quienes se incorporaron como Dalda Foods (Pvt.) Limited. Dalda fabrica Blue Band bajo licencia de Unilever (que presumiblemente cobra honorarios por la licencia de la marca comercial registrada "Blue Band"). Se pensaría entonces que si los trabajadores/as de Unilever no fabrican Blue Band, los trabajadores/as de Dalda lo hacen. Pero, según Dalda, no lo hacen.

En la fábrica Dalda Foods, ni un solo trabajador/a (hay más de 600 en total) está empleado con contrato permanente. Los trabajadores/as –aquellos que fabrican la margarina "Blue Band" por la cual Unilever cobra derechos de patente– tienen todos contratos temporarios, siendo siempre reclutados a través de agencias de contratación. No trabajan para Unilever. Aparentemente, tampoco trabajan para Dalda.

Cuando 430 trabajadores/as decidieron formar el Dalda Food Employees Union y se registraron ante las autoridades el 13 de mayo, la gerencia de Dalda se opuso a la solicitud de inscripción del sindicato y a la solicitud de categoría de negociación colectiva, en base al fundamento de que sus operarios/as no están empleados por Dalda, sino por agencias de contratación de mano de obra. La respuesta de la empresa fue despedir a 266 de ellos. A pesar de la orden judicial que le prohibía hacerlo, la compañía continuó despidiendo partidarios del sindicato.

Este es el motivo por el cual los trabajadores/as de Dalda, actuales y anteriores, acamparon frente a la fábrica durante más de 3 meses y, por el cual otras organizaciones sindicales están apoyando su lucha, proporcionando la comida diaria y demás apoyos.

Parece que Blue Band es la primera margarina del mundo en fabricarse a sí misma, ya que las manos que la fabrican no pertenecen a organismo reconocible alguno. La posesión de la marca registrada de la única margarina del mundo en fabricarse por si misma, le permite a Unilever lograr los elogios de la ONU y de las empresas socialmente responsables en la industria, en tanto incrementa sus ventas y visibilidad. Nada mal para una operación cuya nómina es cero (por supuesto que el aspecto negativo es que no hay empleados Unilever que puedan firmar el apoyo al programa PMA).

De acuerdo con Unilever, "Cada niño/a merece la nutrición e higiene que necesita para desarrollarse hasta su máximo potencial físico y mental". Parecería que a los hijos de los trabajadores/as de Dalda que procuran lograr un sindicato, no necesariamente les corresponde. Blue Band, no sólo se fabrica a si misma sino que le permite a Unilever "combatir el hambre infantil" al tiempo que le deniega, a la amplia mayoría de aquellos que fabrican sus productos de marca, el derecho a salir junto con sus familias de la pobreza a través de la formación de un sindicato. El verdadero combate parece ser la guerra contra los contratos de empleo fijo, en la cual Dalda es sólo una batalla en una continua campaña empresarial. La artimaña Dalda/Blue Band simplemente lleva este proceso a su conclusión lógica.

La marca más conocida de la empresa aparentemente no tiene trabajadores. El Programa Mundial de Alimentos no ha entablado una alianza con Unilever y, por cierto, tampoco con los empleados/as de Unilever que están siendo eventualizados hasta dejar de existir, pero con una marca registrada. El PMA debería controlar con más cuidado a su socio de emprendimiento y sus prácticas de empleo. Y quizás preguntar si los niños de los trabajadores/as de Dalda califican para una porción gratis de Blue Band en la escuela.

Mientras tanto, los trabajadores de Dalda aún acampan frente a la fábrica – un símbolo de la verdadera, no virtual, lucha contra la pobreza.